En la época en que transcurre la historia de Simón de Samaria (el Samaritano), Judea es una tierra ocupada, dividida y desgarrada. Por un lado, está el mundo romano, el del imperio opresor con costumbres más o menos libres, o incluso decadentes, adepto a un politeísmo que mira menos al cielo que a las tierras por conquistar, donde, en el fondo, la única divinidad reside en la persona del emperador.... Lire la suite
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